sábado, 25 de octubre de 2014
jueves, 7 de agosto de 2014
lunes, 4 de agosto de 2014
Documentos sonoros
Es bien conocido no?
Una
imagen tal vez valga más de mil palabras, pero una palabra vale por millones de
imágenes. Y si esa palabra es hablada, entonces ya es la repera.
Tal
vez en ello resida el secreto de que, en plena era de la imagen instantánea, de
snapchat, pinterest, instagram, youtube etc, la radio conserve su salud
económica y artística (mientas que la prensa escrita se adentra en su
particular apocalipsis zombie, qué cosas).
La
capacidad evocadora de la voz, la música y los sonidos ambientales supera con
pocos medios la mejor de las imágenes cinematográficas. Y todavía se pueden
encontrar estupendos ejemplos en la radio actual.
Uno de
ellos es el programa Documentos RNE, que cada sábado (ahora en verano de lunes
a sábado excepto los viernes) evoca durante casi una hora diferentes epopeyas o momentos
trascendentales de la historia con maravillosas ambientaciones sonoras y estupenda documentación de los contenidos.
A
destacar entre los recientes el dedicado a la I Guerra Mundial, y a la
Expedición Malaspina-Bustamante.
Para oírlos,basta con tener un modesto esmarfon, bajarse la app de RNE y buscar lso archivos en el apartado "A la carta" donde están disponibles los podcast.
domingo, 13 de julio de 2014
Era tarde y todos habían salido del café con excepción de un anciano que estaba sentado a la sombra que hacían las hojas del árbol, iluminado por la luz eléctrica. De día la calle estaba polvorienta, pero por la noche el rocío asentaba el polvo y al viejo le gustaba sentarse allí, tarde, porque aunque era sordo y por la noche reinaba la quietud, él notaba la diferencia. Los dos camareros del café notaban que el anciano estaba un poco ebrio; aunque era un buen cliente sabían que si tomaba demasiado se iría sin pagar, de modo que lo vigilaban.
-La semana pasada trató de suicidarse -dijo uno de ellos.
-¿Por qué?
-Estaba desesperado.
-¿Por qué?
-Por nada.
-¿Cómo sabes que era por nada?
-Porque tiene muchísimo dinero.
Estaban sentados uno al lado del otro en una mesa próxima a la pared, cerca de la puerta del café, y miraban hacia la terraza donde las mesas estaban vacías, excepto la del viejo sentado a la sombra de las hojas, que el viento movía ligeramente. Una muchacha y un soldado pasaron por la calle. La luz del farol brilló sobre el número de cobre que llevaba el hombre en el cuello de la chaqueta. La muchacha iba descubierta y caminaba apresuradamente a su lado.
-Los guardias civiles lo recogerán -dijo uno de los camareros.
-¿Y qué importa si consigue lo que busca?
-Sería mejor que se fuera ahora. Los guardias han pasado hace cinco minutos y volverán.
El viejo sentado a la sombra golpeó su platillo con el vaso. El camarero joven se le acercó.
-¿Qué desea?
domingo, 22 de junio de 2014
La Moral del Mendrugo
Es una obviedad, pero la mayoría de las grandes
pasiones escritas son propias de los ociosos o de los trepas. Las tramas de Jane Austen, las
novelas góticas, las aventuras de Conan Doyle, sus protagonistas no tienen el problema de
dedicar doce horas al día a buscarse el sustento. Si lo tuvieran, seguramente
sus incontroladas pasiones se verían amuermadas. Hasta Victor Hugo tuvo que
inventarse una extraña trama industrial para sacar al Jean Valjean de sus
Miserables de la pobreza, hacerle
millonario y (entonces sí) poder hacerle jugar las cartas que le había dado el destino. Miserable, pero con medios.
Tal vez sea una de las gandezas
del Lazarillo, de Dickens, y de los
mosqueteros de Dumas. Jugar e inventar sobre la moral de la pobreza, del arribismo,
de la necesidad de cubrir las necesidades materiales. Hasta David Copperfield
debe cumplir su destino de gran escritor para poder alcanzar su fin literario.
Para cuándo una gran novela sobre
los perdedores, sobre los auténticos perdedores sociales. ¿O es que es difícil
imaginar honduras del alma cuando ésta se ve sometida a la angustia de buscar
cada día el mendrugo que echarse a la boca?
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